Las terapias y ensayos clínicos disponibles para personas adultas pueden no estar disponibles o no ser accesibles para niños y adolescentes. Los procedimientos endoscópicos también varían, los niños y adolescentes suelen tener sedación completa y anestesia durante el procedimiento, a la vez que los adultos suelen tener sedación consciente e inclusive algunos están despiertos durante la misma. Al igual que el tipo de hospitalización para cada grupo de pacientes. Todo lo anterior influye y tiene el potencial de causar ansiedad a los adolescentes / adultos jóvenes en transición.
La transición no es simplemente la transferencia de la atención de un médico a otro, sino un proceso a través del cual un adolescente obtiene la educación y las habilidades de autocontrol para convertirse en un adulto que puede manejar con éxito su enfermedad.
Una base sólida de conocimiento de la enfermedad y habilidades de autogestión puede permitir a los adolescentes y adultos jóvenes tener un proceso exitoso, lo que disminuye el riesgo de incumplimiento a la adherencia al tratamiento, seguimiento deficiente y recaída de la enfermedad.
Muchos padres tienen preocupaciones importantes sobre el cambio que habrá en la atención en adultos y pueden estar muy apegados al médico pediátrico de sus hijos. Para los padres, puede haber una aprensión y ansiedad significativas sobre dicho proceso, que puede mitigarse mediante la educación, la comunicación y la planificación en torno al cambio mediante la creación de diálogos que se inician mucho antes de la transferencia real de la atención.
Un factor que tanto los médicos como los padres deben tener en cuenta es que los adolescentes y los adultos jóvenes son particularmente vulnerables al estrés psicológico y también pueden sufrir ansiedad o depresión. Los síntomas como fatiga, falta de sueño, cambios en el apetito e incluso dolor abdominal pueden ser signos de una EII activa, pero también son síntomas de depresión. En este último caso, los pacientes deben ser referidos a un terapeuta o psiquiatra para una evaluación y tratamiento adicionales. Los médicos deben asegurarse no sólo de satisfacer las necesidades médicas de sus pacientes, sino también deben ser conscientes de cómo la enfermedad afecta negativamente el desarrollo psicosocial de estos.
Al igual que cualquier otra transición importante de la vida, hay que asegurarse de que todo esté en su lugar para mejorar las posibilidades de éxito. La presencia de un padre o cuidador que lo apoye y aliente al adolescente a asumir la responsabilidad de su propio manejo de la enfermedad es fundamental para garantizar el éxito.