Depresión y duelo
El duelo, del latín dolus: dolor, es un proceso por el que atraviesa una persona ante cualquier pérdida, no necesariamente implicando la muerte de un ser querido, incluyen las pérdidas relacionales, intrapersonales, materiales y evolutivas. Es la experiencia en un periodo de tiempo en el que se muestran signos de dolor, sufrimiento y pena.
Sigmund Freud definió a este proceso como “un trabajo realizado por el yo del sujeto para adaptarse a la pérdida de lo amado”.
En dicho proceso como dolientes experimentamos una serie de etapas, las cuales, de acuerdo a Elisabeth Kübler-Ross, son las siguientes:
- Negación y aislamiento: etapa que funciona como amortiguador después de un episodio de shock, permitiéndonos (el cual niega el suceso ocurrido) recuperarnos de la noticia impresionante. Usualmente es una defensa provisional que nos preparará para las siguientes fases.
- Ira: etapa en la que se experimentará sentimientos de enojo, rabia, resentimiento y envidia, pudiendo preguntarnos ¿por qué yo? ¿por qué no pudo ser otro?
- Pacto: etapa en la que como personas dolientes trataremos de hacer un “acuerdo” con algo superior que posponga o revierta el hecho ocurrido, esperanzados de que nuestras acciones sean recompensadas.
- Depresión: etapa en la que no podemos seguir negando el suceso que causó la pérdida, entrando en una fase de profunda tristeza, en la que además se podrá experimentar culpa y vergüenza.
- Aceptación: fase que se experimenta al pasar por las etapas anteriormente descritas. Habremos llorado la pérdida, experimentado tristeza, culpa y rabia, siendo receptivos ante el suceso ocurrido.
La duración del duelo es variable y está sujeta a factores que puedan facilitar la elaboración de este proceso o impedir la adaptación al nuevo estilo de vida, sin embargo, existen estrategias que pueden ayudarnos a favorecer el trabajo del duelo como la expresión, manejo y aceptación de los sentimientos.
Es importante mencionar que las fases del duelo pueden presentarse simultáneamente, repetidamente y no tienen un orden específico, excepto la aceptación que es la etapa última.
Podemos decir que el duelo termina cuando:
- Han transcurrido las cuatro primeras fases.
- Cuando se han cumplido las tareas del duelo.
- Cuando los sentimientos están determinados por las circunstancias relacionales y mentales de la existencia actual y no por la pérdida sufrida.
Debido a las características propias de la EII (las cuales se presentan con periodos de remisión y recaídas), las personas que estemos diagnosticadas podemos presentar crisis a nivel físico y emocional. Diversas investigaciones han arrojado que 1 de cada 3 personas con enfermedad de Crohn o colitis ulcerosa padecen algún trastorno mental, lo que puede afectar la recuperación física que se tendrá.
En la actualidad los tratamientos para tratar tanto a la CUCI como a la enfermedad de Crohn son sólo sintomáticos, muchos de ellos con un elevado costo y con efectos secundarios adversos.
Frente a esta situación, las personas que recibimos el diagnóstico de EII (al igual que muchas otras con diversos diagnósticos) nos vemos enfrentadas con un hecho inesperado y desconocido que supone modificaciones importantes en nuestro estilo de vida.
Las reacciones que tendremos cada uno variarán de acuerdo a nuestra personalidad, a la comunidad a la que pertenecemos, a nuestra historia familiar, al contexto en el que nos encontramos, al nivel socioeconómico y a nuestro sistema de creencias y valores, lo que en conjunto determinará como cada quien afrontará la enfermedad.
A pesar de que las reacciones de las personas diagnosticadas serán variadas, es posible pasar por distintas fases que suelen ser comunes a los seres humanos en momentos en los que atravesamos una pérdida importante en nuestras vidas, ya sea de un ser querido, materiales o en este caso, de la salud, las cuales son naturales dentro del proceso de duelo e incluyen, como ya se mencionó anteriormente:
- Negación y aislamiento.
- Ira.
- Pacto.
- Depresión.
- Aceptación.
Es importante mencionar que este proceso nos ayudará a asimilar la noticia y adaptarse a la nueva condición, variando en tiempos de acuerdo a cada persona.
Ahora bien, en el proceso de adaptación a una enfermedad crónica, tanto en el ámbito individual como en lo familiar debemos ajustarnos al diagnóstico, al tratamiento y realizar las adecuaciones necesarias a todo lo que se ha visto alterado a partir de nuestra pérdida.
El grado de impacto del duelo por el que atraviesan las personas que hemos sido diagnosticadas con EII se verá reflejado dependiendo de la complejidad y evolución de la enfermedad, las redes de apoyo y recursos personales.